Buenas, el relato que leí ayer en el Ciclo "El Escarabajo de Oro" se llama: "Cómo puede alegrarte la mañana un jazmín" tras ese relato, repartí unas hojas con el comienzo de otro que no he sabido continuar, por ahora se llama "Encuentro". Lo repartí con la ilusión de que a alguien se le ocurriera una buena idea de cómo continuarlo.
Os dejo aquí el texto para que le echéis un ojo, si se os ocurre algo podéis comentar aquí, mandarme un mensaje por feisbu o twitter y también escribirme un mail a indigesta@gmail.com.
La idea es que me ayudéis a continuarlo, NO que lo continuéis como un relato en cadena (eso para otra ocasión), pero también se aceptarán versiones... ya veré qué hago con ellas ^.^
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Te olí en la distancia.
Seguí mi olfato hasta distinguir
tu figura entre la bruma. Estabas junto al pantano.
Di un paso en falso, alzaste la
cabeza. Di un segundo paso y el quebrar de las hojas me delataron. Oí tu
respiración acelerada, adiviné tu miedo. Quise tranquilizarte y cuando me
acercaba despacio y cuidando cada gesto... retrocediste.
Me paré en seco, ladeé un poco la cabeza y te miré de
reojo. Tus profundos ojos negros no se apartaban de mí, estabas nerviosa.
Cabeceaste enérgicamente y resoplaste.
Emití un suave relincho, te levantaste grandiosa sobre tus
cuartos traseros. Eras espléndida, preciosa y peligrosamente fuerte. Ahora, el
que retrocedía era yo.
Con tus orejas gachas, desconfiada, y ya erguida sobre tus
cuatro patas volviste a amenazarme. Miré hacia atrás, percatándome de la
posibilidad de irme por dónde había venido pero sin planteármela, dejarte
escapar no estaba entre mis planes.
Aprovechaste para salir corriendo siguiendo la orilla
enfangada. Reaccioné tarde ante tu inesperada huída. Me llevabas una pequeña
ventaja que se iba acrecentando rápidamente. Te perdí, la mala visibilidad de
la zona a aquellas horas era tu as en la manga. Seguí tus huellas pensativo.
Me sorprendió encontrarte sin apenas haber caminado.
Juraría que fueron unos tres minutos los que tardé en dar contigo. Estabas
furiosa, pataleabas. Me acerqué tácitamente aprovechando el escándalo que
armabas. Pude ver una soga atada a una de tus patas traseras, era eso lo que te
había frenado. Estabas sangrando a causa de los tirones que dabas. Sin
acercarme demasiado a ti, empecé a morder la cuerda. Me miraste inquisidora.
Era incómodo el silencio que rasgaba tan sólo el rechinar de mis dientes. En
cuanto te liberé, partiste fugaz. Sin un gesto de agradecimiento ni una mirada
complaciente.
Esperé un día y medio sin moverme del sitio. El hambre
pudo con mi paciencia y erré unas 2 semanas más por la zona del pantano.
Tu olor volvió a inundar el ambiente, tanto que no sabía
de dónde procedía. Inicié la marcha y al rato te encontré. Estabas al otro lado
de una valla, una valla que no sabía de dónde había salido, no la recordaba.
¿Cómo habías cruzado al otro lado? es más, ¿cómo estaba yo a este lado? Tanteé
el terreno en busca de otras salidas, sin éxito así que medí la situación. Te
hice un gesto con la cabeza para que te apartaras y le di con todas mis fuerzas
a la valla. Se tambaleó ruidosa y volvió a su sitio. Me pareció ver cómo reías
mientras me moría por tocarte. Una de mis pezuñas había quedado enganchada al
alambrado, intenté soltarme. El dolor cada vez era mayor, me cansaba la postura
y el alambre se había adentrado en la piel. (…)
1 comentario:
Deberías... vivir del presente... y no del pasado... patéticamente hablando, digo, poéticamente hablando... ;-)
"He, hahaha, I'm just playin' America, you know I love you"
Suerte
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